2.11.17

Oliverio Girondo (Espera)





ESPERA



Esperaba
esperaba
y todavía
y siempre
esperando,
esperando
con todas las arterias,
con el sacro,
el cansancio,
la esperanza,
la médula;
distendido,
exaltado,
apurando la espera,
por vocación,
por vicio,
sin desmayo,
ni tregua.

¿Para qué extenuarme en alumbrar recuerdos
que son pura ceniza?
Por muy lejos que mire:
la espera ya es conmigo,
y yo estoy con la espera…
escuchando sus ecos,
asomado al paisaje de sus falsas ventanas,
descendiendo sus huecas escaleras de herrumbre,
ante sus chimeneas,
sus muros desolados,
sus rítmicas goteras,
esperando,
esperando,
entregado a esa espera
interminable,
absurda,
voraz,
desesperada.

Sólo yo…
¡Sí!
Yo sólo
sé hasta dónde he esperado,
qué ráfagas de espera arrasaron mis nervios;
con qué ardor,
y qué fiebre
esperé
esperaba,
cada vez con más ansias
de esperar y de espera.

¡Ah! el hartazgo y el hambre de seguir esperando,
de no apartar un gesto de esa espera insaciable,
de vivirla en mis venas,
y respirar en ella la realidad,
el sueño,
el olvido,
el recuerdo;
sin importarme nada,
no saber qué esperaba:
¡siempre haberlo ignorado!;
cada vez más resuelto a prolongar la espera,
y a esperar,
y esperar,
y seguir esperando
con tal de no acercarme
a la aridez inerte,
a la desesperanza
de no esperar ya nada;
de no poder, siquiera,
continuar esperando.


Oliverio Girondo

[Life vest under your seat]




Esperava
esperava
e ainda
e sempre
esperando,
esperando
com todas as artérias,
com o sacro
o cansaço,
a esperança,
a medula;
distendido,
exaltado,
apurando a espera,
por vocação,
por vício,
sem desfalecimento,
nem trégua.

Para quê fatigar-me a acender lembranças
que são mera cinza?
Por muito longe que mire,
a espera está comigo
e eu com a espera...
escutando-lhe o eco,
assomado às vistas de suas falsas janelas,
a descer-lhe as escadas ocas de ferrugem,
face às suas chaminés,
seus muros desolados,
suas rítmicas goteiras,
esperando,
esperando,
entregue a essa espera
interminável,
absurda,
voraz,
desesperada.

Só eu...
Sim!
Só eu sei
até onde esperei,
que rabanadas de espera arrasaram meus nervos;
com que ardor
e que febre
esperei
esperava,
cada vez com mais ânsias
de esperar e de espera.

Ah, a fartura e a fome de continuar a esperar,
de não apartar um gesto dessa espera insaciável,
de vivê-la nas veias,
respirar nela a realidade,
o sonho,
o olvido,
a lembrança;
sem nada me importar,
sem saber o que esperava,
ignorando-o sempre;
cada vez mais resolvido a prolongar a espera,
e a esperar,
e esperar,
e continuar esperando,
mas sem me abeirar
da aridez inerte,
da desesperança
de nada já esperar;
de não poder sequer
continuar esperando.

(Trad. A.M.)

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